viernes, octubre 23, 2009

23 de octubre

El día ha llegado. Y el sueño también. Recordé al Indio con aquello de "el sueño llega tan mal que te condena". Pasé una noche de perros. Es raro que tenga problemas para dormir. A veces, me cuesta dormirme, pero cuando duermo, duermo. Anoche, no.

Hay cosas personales que se me juegan, asuntos muy privados de los que ni siquiera puedo escribir aquí, y eso que no me privo de nada. Pero no me hago el tonto, y supongo que el factor García, debe tener su importancia en mi insomnio. Mientras me daba vueltas como Linda Blair antes del vómito verde, pensaba que si yo estaba así, como estaría Charly. 

A nivel consciente, no siento ansiedad, pero se ve que el inconsciente está laburando a destajo. Supongo que es porque sé lo mucho que le importa a la gente este día. Dormí mejor la víspera del 23 de octubre del año pasado, sabiendo que al día siguiente haría 80 kilómetros para reencontrarme con él, sin saber lo que iba a encontrar. Eso debió ponerme más ansioso. Pero no: dormí como un bendito.

No se me escapa que el día de hoy es una victoria para la música. Es el día en que se planta bandera en la cumbre, por más que quizás haya habido otras jornadas más importantes que esta en la letra chica de los acontecimientos cotidianos. Todo este proceso, comenzó en junio, en Mendoza, en lo que fue el Waterloo de García. Fue un camino que arrancó sin esperanzas y que hoy termina en un triunfo de lo imposible.

Habría que hacer memoria: la verdad es que nadie daba dos mangos por Charly en aquellos días. Muy poca gente conocía la hondura que había tocado su crisis personal, y yo solo tuve un anticipo en 2007, y me espanté. No había posibilidad de torcer su voluntad, y si soy sincero, todos esperábamos el momento del desenlace fatal. En Mendoza no hubo riesgo de vida, sino la explosión mediática de la crisis. Inocultable. Irremontable. Infalible.

Pienso que es irónico que los medios, a los que tanto hemos criticado, y los que ahora están demonizados por todo el mundo a raíz de la ley de Medios y el affaire Maradona, fueran los que posibilitaran la recuperación de Charly. Canibalizándolo como lo hicieron, pusieron a la justicia en una situación en la cual debía intervenir sí o sí. Es el sistema judicial el que arma un marco de contención donde al menos aparece una huella donde no había camino. La psiquiatría no es lo mejor para una desintoxicación, y Charly trató de evitarlo de todas maneras, pero no pudo con él mismo.

Hay que reconocer a dos personas que estuvieron en la primera línea de fuego: Palito Ortega y Fernando Szereszevsky. Palito facilitó los medios y puso una infinita paciencia y otras cosas a disposición de un modo desinteresado. Fernando se ocupó de un montón de trámites, de contener a Charly en los días de clínica, y de la organización de las cosas. No diría que lo hizo desinteresadamente, hoy es su manager. Pero se lo ganó en buena ley. Hay otros nombres que ayudaron en momentos decisivos, algunos de ellos músicos y muy conocidos, que hicieron las cosas de un modo secreto y no soy quien para invadir esa privacidad.

¿Cuánto puso Charly de sí mismo? No lo sé, pero hay una frase que dijo los otros días: "Tuve que poner fuerza porque sino me chupaba la oruga". Estimo que fue así. Hemos tenido conversaciones al respecto, pero no vienen al caso. Esa fuerza se puede ver en el trabajo que hizo para ponerse a punto. Fueron semanas enteras de cuatro horas de ensayo diarias. Cuando yo fui a los ensayos (mes de junio/julio), ya la banda sonaba como un jet. Y Charly trabajaba con una disciplina que no le veía desde 1987.

Nada de lo que hoy se verá fue gratis. Hubo que trabajar. Supongo que a Charly no le pasará desapercibido que antes sin laburar conseguía las cosas y ahora no. Creo que hasta moralmente le va a hacer bien: lo conozco un devoto de la meritocracia. Este show que hoy veremos (no quise ir a los últimos ensayos porque quiero disfrutar el show y sorprenderme también) es fruto del esfuerzo, entre otras cosas. También hay un negocio en juego, como en cualquier emprendimiento, pero para Charly supongo que predomina el desafío personal de haber hecho el truco de la resurrección una vez más.

Va a ser lindo escuchar canciones tan fantásticas como las que ha compuesto a lo largo de este tiempo. Va a ser lindo escucharlas sonar bien: escuchar un recital completo. Más de lo que cualquier pudiera haberse imaginado no mucho tiempo atrás.
¿Si Charly está listo? Mi opinión se encuentra a medio camino entre los que piensan que a esto le falta y los que creen que no falta nada. Vamos a ver a un Charly en tránsito hacia el buen puerto que todos le deseamos. Quizás hubiera sido bueno esperar más tiempo, pero soy de los que piensan que nada te hace tan bien como trabajar. Creo que era un buen incentivo para que se pusiera las pilas, como lo hizo, con un montón de cosas que tienen que ver con su recuperación. 

¿Habrá sorpresas hoy? Se dice que sí: no las conozco. Espero sinceramente poder disfrutar en paz de un show de Charly García. Un lujo que no tenemos, por lo menos, desde aquel Luna Park presentación de "Influencia", cuando dijo: "hasta aquí llegó la civilización; lo que sigue...". No dejaban de ser divertidos esos tiempos donde todo era incertidumbre, pero tampoco deja de ser cruel divertirse con el cuerpo de otro. Si hoy lo vemos un tanto lento, sepamos que es porque está pagando las facturas atrasadas de esos días. Todo hombre de honor debe pagar sus deudas, no como castigo de la jarana vivida sino por imperio de la condición humana.

Steven Tyler me lo dijo: "Si a Charly le cortan un dedo, sangra". Desarma y sangra. Supongo que veremos hoy a un hombre con cicatrices profundas. Lo cual no está mal: si cicatrizó, es porque curó. Si las cosas siguen bien, no habrá infección subyacente, y el organismo tendrá una recuperación total. Las heridas emocionales llevan más tiempo. 

En el bobísimo reportaje que le hizo Luis Majul los otros días, Charly dijo que esperaba con este concierto darnos una buena patada en el culo para que mejoremos. Yo espero que sea al revés: que sea la gente la que le de a Charly una buena patada en el orto, en el buen sentido, y que lo sacuda de emoción y cariño. Que pueda romper esa coraza, que a veces parece un cascarón que le impide nacer a un nuevo mundo. Fue Hermann Hesse en su inolvidable "Demian" que decía: "Romper la caparazón. Hay que romper un mundo para nacer".

Quizás hoy sea la gente la que rasguñe las piedras, atraviese el muro de sus días y pueda abrazarlo con un cariño capaz de devolverle una humanidad que fue perdiendo bajo capas y capas de fama, ego y descontrol, que sepultaron al pobre pibe de Caballito. Que todavía respira. 

Que tengas un felíz y emotivo cumpleaños, García.

1 comentario :

Anónimo dijo...

EXCELENTE SERGIO.