miércoles, abril 16, 2014

La energía del amor

Un reportaje a fondo, total, a uno de los personajes claves del rock argentino. Charly García responde sin eufemismos a cada uno de los interrogantes planteados: el rock nacional, la nueva ola, los nuevos grupos, el tango y el estrellato. Una visión totalizadora de un músico total.

Dentro de la música de rock nacional existen ciertos mitos, no producidos por el aparato promocional de las grabadoras, sino por el peso propio de un conjunto, de una forma musical o de un individuo. No podemos decir que esto es casual cuando, de alguna manera, ese músico expresa una forma de enfocar, transmitir y reflejar la realidad en su creación marcando una época y siendo marcado por ella. Delirante sobre un escenario, con toda una bambalina mítica y asombrosa, pero con una coherencia particular para tratar los problemas y las esperanzas de la música progresiva nacional, Charly García completó una vuelta y media de casette, entre café y una montaña de cigarrillos fumados.

Vamos a hablar un poco de los problemas y de las posibilidades que se dan en la Argentina para el rock, y cómo se está organizando musicalmente la cosa.

Mira, siempre acá las cosas se hicieron a lo que saliera: cada uno hacía lo que podía y, a veces, había que adaptarse al poder y no al querer. Para mí. cualquier camino que sirva para que la música llegue a la gente, es bueno. A mí me parece que no hay tantos músicos como en Brasil, no a ese nivel, no tan sólidos como movimiento. Los otros días toqué con Spinetta; en La Plata con León Gieco, ahora toco con Cutaia en su espectáculo, a fin de año con Porchetto. Yo siempre estoy tocando con gente. Lo que pasa es que no hay tantos que tengan fuerza. Por ejemplo, en Brasil la gente se identifica, necesita la música a otro nivel. Acá la cosa es más intelectual y, en nuestro caso con Sui Generis o Serú Girán, tiene que ver con la identificación de la gente con lo que se dice, que la gente nos pide energía, que no le cortemos la energía. Veo que viene muy cargada, con mucha fuerza, y lo único que nos pide es que no les cortemos la polenta. Que lo que viene de la gente vuelva, con la misma o mayor intensidad.

Bueno, también KISS aparece como trasmitiendo energía y vos creo que entendés que no llega a la gente como algo bueno.

No, a ese nivel no. No digo energía destructiva o energía de violencia, sino energía de comunicación, de amor, de una cosa fuerte. Y pienso que lo que nos piden los que van a escuchamos, es que no nos apartemos de ellos, que no nos disolvamos por ahí. Que toquemos para ellos sin olvidar que están allí.

Pasaron cinco años desde la disolución de Sui Generis. Pasaste por la Máquina y ahora estás creando en Serú Girán, ¿Cómo vivís esa experiencia acumulada?

Yo creo que todas las épocas son distintas. Que la época del ’60 fue distinta a esta, y encuentro más diferencia entre los ’60 y ahora, que entre el ’75 y el ’80. Los anos '70 fueron algo así como el filtro de muchas cosas que se pensaban en los ’60 y que ahora no se piensan.

Pero, ¿qué cosas pensabas vos de y en Sui Generis que hoy no pensás?

Era más vehemente quizá, pensaba otras cosas. Antes pensaba grabar un disco, que lo máximo era entrar en un estudio de grabación y grabar mi música, aunque no sabía que era una máquina de dos canales. Ahora escucho a Sui Generis y tengo otra aproximación hacia la música, la gente y lo que le estoy dando. Pienso que ahora es más elaborado y mejor: al mismo tiempo, la gente ha crecido y el oído de la gente ha crecido. Nadie escucha música en un Winco ahora, la tecnología influye y todos esos elementos, que se incorporaron en los ’70, modificaron la relación entre los músicos y la gente. En el resto sigo pensando básicamente igual.

Hablemos entonces un poco de los problemas de los grupos que están surgiendo: sus problemas para trasmitir el trabajo, las grabadoras, etc.

Mirá, nosotros tocábamos igual que los grupos que salen ahora: alquilábamos teatros chiquitos y hacíamos las cosas viendo qué pasaba. Estoy convencido de que si alguien empieza a hacer música, tiene valor y además vale, éso sale. Nunca las puertas estuvieron abiertas, pero siempre se pudo meter uno por allí. Sui Generis era un grupo de seis y después quedamos dos, justamente en el momento en que grabamos y empezó la cosa. Quedaron los dos que tenían que quedar: los que se la bancaron, pasaron hambre y que estaban realmente convencidos. Ahora la cosa ha cambiado; aunque no escucho nunca radio, sé que están pasando rock nacional a la noche, y eso antes no pasaba. Lo que veo también es que a muchos chicos no sé si no les faltar polenta, y no sé cuál es la razón. Noto una polenta muy agresiva, pero no de convencimiento, sino de desesperación. Yo también me desesperaba por ir a las grabadoras y, cuando me decían que no, que no; cuando veía que daba un recital y perdíamos plata, me desesperaba. Yo dejé cinco o seis años de mi vida para que esto funcionara, y no fue pensando “ahora voy a vivir de la música”. Entonces lo hacía porque era una necesidad urgente, vital, y no podía hacer otra cosa. Pero, volviendo un poco al tema de los chicos que trabajan hoy, pienso que si no sale es porque no hay nada definido.

Después de presentar “Bicicleta” en vivo, Serú Girán aparece ahora autoproduciendo su long play. Va a salir al encuentro de lo que está reclamando la gente hoy, ¿cuál es la propuesta musical y el sentido del trabajo conjunto?

“Bicicleta” tiene otra onda, quizá la continuación de “La Grasa de las Capitales”, sin ser tan directo en el sentido de las letras; es decir, tratando problemas, cosas que están pasando ahora, pero con nuestro propio sentido: con una visión que habla de la Nueva Ola, de Alicia en un país como este, etcétera. Vos escuchás “A los jóvenes de ayer”, y la letra es muy irónica, casi cruel; sin embargo la música no dice esas cosas, porque tiene dos o tres lecturas. Allí podés decir: “qué tipos esos, qué pálida”; pero no podemos olvidar que fueron nuestros, que somos un poco nosotros. Y en “Bicicleta” aparece esa sátira a nosotros mismos.

En un grupo como Serú Girán, donde están vos, David, Pedro y Moro, todos con una trayectoria conocida, ¿cómo se da el problema del ego que muchas veces conduce a la disolución del grupo?

No hay estrellas en Serú Girán, la única estrella es el grupo, es el sonido, lo que podemos hacer. Ni David ni yo ponemos la trayectoria como impedimento para que Pedro y Moro se acerquen, ya que no cabe ninguna estrella en la onda del grupo. Yo pienso que si estás en un conjunto y te gusta como sale la cosa, y apreciás el trabajo del otro, es imposible el estrellato. Si se fuera cualquier integrante, faltaría una parte; algo va a cambiar aunque el grupo siga, el sonido va a cambiar. Además, no es un grupo donde el batero hace la base y se va a dormir a la casa. Moro y Pedro son los que primero graban; después viene el doblaje de las guitarras y las voces. Todos hacemos de todo y logramos un porcentaje de unidad. Al principio hubo diferencias y no encontrábamos el punto para ponernos de acuerdo; pero ahora logramos ya el sonido Serú Girán. Pedro Aznar, por ejemplo, está totalmente integrado a la música y yo me adapté a él; tiene una forma de tocar el bajo, de hacer los arreglos, totalmente distinta a cualquiera de aquí. -Yo pongo lo mejor de mí, la onda de la composición, las letras, algunos riffs con las líneas generales del tema y, aunque cada uno ve lo suyo, después lo discutimos entre todos.

Ante la avalancha de mediocridad tipo Kiss, Village People, la disco, etcétera ¿qué propuesta concreta haces, y qué estás escuchando últimamente?

Escucho de todo. Escucho música del ’60 (Rolling Stones, Beatles), bien viejos, Joni Mitchell. Realmente, a mí me gusta la onda nueva ola; pero lo que no me gustan son los conjuntos y cómo está hecha. Entonces, cuando quiero escuchar algo así, lo hago con lo viejo, con lo que se hizo de ida. También creo que el problema de la calidad de la música extranjera no nos tiene que preocupar; porque seguir copiando las cosas con dos años de retraso me parece que no va más. La gente empezó a escuchar Yes, dos años después de Yes, y acá se comienzan a ver los primeros puntos cuatro años después de que pasó eso en otro lado. Creo que nos tiene que aburrir copiar siempre las cosas, y con dos años de retraso. Por lo menos copiémoslas al instante que salen. A mí me parece que no tiene nada que ver seguir copiando un disco o un videocasette que nos llega sin saber por qué, qué es, qué pasó y qué fundamentos tiene. Además, todo viene cada vez más rápido; las cosas se usan y se tiran, y llega un momento que todo es consumo.

Cuando hablás de consumo, ¿no pensás que el mismo peligro lo corre el rock nacional?

No, no creo que se olvide fácil; porque lo hacemos acá, es de acá. Si mañana Serú Girán triunfara con un tema en Inglaterra y después no pasara nada, se podría olvidar. Joni Mitchell -que puede estar pasada de moda para algunos- jamás lo estará para los estadounidenses porque les canta las cosas de ellos. El rock nacional no es cuestión de moda. Es algo así como el tango.

Hacemos, un capítulo aparte ahora con relación al tango, como nombraste. ¿Estás trabajando y aportando a la investigación de las raíces de nuestra música urbana?

El tango es una música super definida y que tiene un dramatismo que muy pocas músicas
tienen. Por ahí se pasa de revoluciones, puede tener un montón de conceptos arcaicos: pero no se puede negar que representó a mucha gente, que la gente que hacía tango en el ’40 eran poetas en serio. No estoy con la tergiversación, con ponerle arreglos al tango, qué se yo: composiciones, batería. Eso no le mueve un pelo a nadie. Yo no tomo al tango como fuente porque el tango está en el aire: vive en todos nosotros como el rock, en este momento. Es un poco el estilo nuestro, como el de los ingleses que, por más que hagan jazz les sale la onda británica y es algo que no se puede evitar. Por eso pienso que en la música argentina, desde acá al año tres mil va a tener algo de tango.

Si hablás de tango como de música popular, ¿cómo ves el desarrollo del rock hoy, como música popular?

En ciertos niveles hay gente que es popular. Sui Generis, Almendra lo fueron, Serú Girán lo es, León Gieco es popular también. Es decir, que se puede ir a tocar a cualquier lado y se acepta y es aplaudido, aquí y en el interior. Pero creo que para resolver el problema del rock y convertirlo en música popular, el asunto es que llegue más, que salgan más canciones; no puede ser que la gente no se acuerde de las canciones, o se acuerde por la mitad. Hubo un tiempo en que había mucho solo de viola, mucha copia, y eso es para un grupo de gente, y para que algo sea popular se tiene que entroncar con la gente, sea música cantada o instrumental. Paco de Lucía es popular en España, porque toca las cosas que sienten ellos; Milton Nascimento es popular y no toca sambas baratas. Además, tiene que haber música para todos; no es cuestión de hacer una guerra musical. Ya bastantes guerras internas tenemos.

¿Cómo se está dando la unidad en el rock nacional entre los músicos?

Hoy yo creo que los músicos estamos más unidos, que se dio un paso al frente. Ya curtimos mucho y pasamos por un montón de cosas que determinan que podamos sentarnos a escuchar al otro, que no tenemos esa necesidad imperiosa de que nos escuchen a nosotros. Que podemos sentamos a escuchar y reconocer a nuestros pares, a nuestros amigos y a nosotros mismos.

Fuente: Revista Pelo nro. 137 (Noviembre 1980)

El blog de Charly Garcia (hecho por DIOS)

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